Aquellos maravillosos años

Y entonces… sucedió

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Siempre que pienso en mi infancia llego a la conclusión de que fue bastante feliz. Quizá no por las condiciones en sí, pero tuve la suerte de contar con un entorno que me supo aislar de las cosas malas que pulularon por ahí. Porque haberlas, las hubo. Y no puedo dejar de pensar que, de alguna manera, aquéllos fueron unos maravillosos años. Una de las cosas de esa época que recuerdo con más cariño es poner la tele con mi padre, La2 (“para una inmensa minoría”, decía el eslogan…), y sentarnos a ver Aquellos maravillosos años. Oír esa música, la voz de Joe Cocker… me pone la piel de gallina; la serie en general me toca la fibra de una manera especial.

Aquellos maravillosos años era una historia de crecimiento y aprendizaje, de niños y de adultos, de sonrisas y lágrimas, y con una buena capacidad para envejecer. El protagonista era Kevin Arnold, que empieza la serie con 12 años. Junto a él, el resto de la familia Arnold: papá Jack, mamá Norma y sus hermanos, Karen y Wayne. Además de las tramas familiares, el otro gran centro de acción era el colegio, donde Kevin estudiaba junto a su mejor amigo, Paul Pfeiffer, y su eterna chica, Winnie Cooper.

La serie no empezó con grandes pretensiones: la crearon Carol Black y Neal Marlens, una pareja de productores y escritores de televisión. Su idea no encontró demasiados apoyos en un principio, pero finalmente la ABC, con problemas de audiencia, decidió arriesgarse y contratar un episodio piloto para ver si la cosa triunfaba. Black y Marlens empezaron con el casting y las piezas comenzaron a encajar. Para el personaje central, Kevin, todo el mundo les recomendó a Fred Savage. La decisión de contratarle fue inmediata y obligó a que el chico y toda su familia se mudaran de Illinois a California. Junto a Savage estaba un elenco de actores sin mucho nombre, pero que resultaron ideales. De pequeño me preguntaba si Dan Lauria (el padre de Kevin en la ficción) sería tan gruñón y áspero en su propia casa, o cómo el hermano de Kevin (Jason Hervey) lograba ser tan tocapelotas…

El episodio piloto contó con un gran empujón: se emitió después de la Superbowl, la final de la liga de fútbol americano, que acostumbra a ser el programa con más audiencia cada año en Estados Unidos. Así que fue un éxito, y la ABC encargó cinco capítulos más para completar una breve primera temporada. El resto es historia. Carol Black y Neal Marlens dejaron la serie rápidamente, pero la dejaron en buenas manos. Bob Brush tomó las riendas y bajo su producción se rodaron cinco temporadas más. El final fue algo abrupto, y el futuro de los personajes se desvelaba en un epílogo que en absoluto era lo esperado para una serie americana: el padre de Kevin moría dos años después del último episodio, Winnie se mudaba a París para estudiar, Paul se graduaba en Harvard… Y los maravillosos años se esfumaban.

De entre los muchos aciertos de la serie destaca la música. Cientos de canciones originales que para muchos debían de significar una vuelta al pasado, y para quienes no las conocíamos, una manera de descubrir buena música. En España contamos además con la suerte de disfrutar de un gran doblaje. Kevin tuvo dos voces, ya que la primera no acababa de encajar con su recién estrenada adolescencia… Como curiosidad, no está de más saber que esa primera voz la ponía una chica: Graciela Molina, habitual dobladora de Natalie Portman, Christina Ricci o Kirsten Dunst. Aunque quizá la voz más recordada sea la de Armando Carreras como narrador, papel que en la versión original desempeñaba Daniel Stern, o lo que es lo mismo, el ladrón alto de Solo en casa. Él fue el encargado de dar carpetazo a la serie con unas palabras en off (minuto 3:30):

Growing up happens in a heartbeat. One day you’re in diapers, the next day you’re gone. But the memories of childhood stay with you for the long haul. I remember a place, a town, a house… like a lot of houses. A yard like a lot of other yards, on a street like a lot of other streets. And the thing is, after all these years, I still look back… with wonder.

(Crecemos muy rápido. Un día llevas pañales, y al siguiente ya te has ido. Pero los recuerdos de la infancia se quedan contigo para siempre. Me acuerdo de un sitio, una ciudad, una casa… como tantas otras casas. Un patio como tantos otros patios, en una calle como tantas otra calles. Y la cosa es que, después de todos estos años, todavía miro hacia atrás… maravillado)

Para quien no la viera, o para quien quiera recordarla, hay una mala noticia: no existe en DVD. Parece ser que la casi interminable lista de música que aparece en la serie supone un obstáculo insalvable a la hora de para los derechos de autor. Tampoco parece que ninguna cadena esté por la labor de reemitirla. Durante mi año de COU, Aquellos maravillosos años gozó de una reposición (¿en Antena 3?) a una hora infernal, sobre las siete de la mañana. Juraría que nadie más lo ha intentado. Yo creo que es un buen producto televisivo que te puede gustar más o menos, pero un buen producto televisivo al fin y al cabo. Su supervivencia, supongo, está en manos de las redes P2P. Si por casualidad encontráis el decimotercer capítulo, Coda, no dejéis escapar la ocasión de mirarlo…

Por Dani Rodríguez

Periodista de formación profesionalmente exiliado a países más cálidos. Buscando sitios donde jugar. Decidí empezar por el patio de ésta, mi casa, que también es vuestra.

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