El mejor gol de la historia

Técnica, fuerza, clase… y sobre todo inteligencia

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Si tecleas Dennis Bergkamp en Google, una de las primeras sugerencias para completar tu búsqueda es Dennis Bergkamp miedo a volar. Sí, Bergkamp padecía aerofobia a raíz de un problema en el vuelo que lo llevó a Estados Unidos con su selección para disputar el Mundial ’94, aunque no queda muy claro si el motivo fue un fallo en el motor o la broma pesada de un periodista que fingió llevar una bomba en el equipaje (y acabó detenido). El caso es que Dennis Bergkamp no volaba, y esa es la sugerencia que ofrece Google cuando tecleas el nombre de uno de los mejores futbolistas de los 90. Y autor, al menos para mí, del mejor gol de la historia

Newcastle upon Tyne, 2 de marzo de 2002. El Arsenal visita St James’ Park y Bergkamp está de vuelta tras tres partidos de sanción por una expulsión en partido de FA Cup ante el Liverpool. Los locales merodean el área de Seaman pero el tanque Patrick Vieira recupera la pelota un poco más allá de la frontal y, al primer toque, busca a Bergkamp. Estamos aún en mitad del terreno del Arsenal, a varios metros de la divisoria, pero a sólo 12 segundos de que el balón bese la red tras haber visitado también las botas de Robert Pirès. El francés la recibe del holandés justo en la raya de mediocampo, pegado a la banda como manda la biblia del extremo. Avanza, la toca tres veces y recibe la oposición de un defensa rayado. No dribla, sino que se orienta hacia el centro y busca el pase. Por el eje, corriendo como un loco y con el brazo levantado como si pidiese un taxi, llega Bergkamp. “¡Devuélvemela!”, va pensando. Pirès se la tira rasa y al pie, justo en la media luna, pero Dennis iba como un cohete y se pasa de frenada. Se ve obligado a recibir de espaldas a la portería, con el griego Nikos Dabizas interponiéndose entre él y el meta Shay Given.

Pero Bergkamp no recibe. No controla, no busca la clásica jugada de segundo punta (y él lo es), de aguantar unos segundos hasta que un compañero la pida y buscar la asistencia. No controla, sino que se hace un autopase. “Nos vemos en 2 décimas de segundo aquí detrás, ¿vale?”, le dice a la pelota mientras la acaricia con la izquierda. “Tú te vas por aquí, por mi derecha, y yo me doy la vuelta así en plan 360, venga, a la de tres”, le insiste. “Le vamos a hacer la envolvente al griego este, ya verás”, y el balón se convence, se amansa y se convierte en un juguete teledirigido por la zurda de Dennis, que se va por la izquierda de Dabizas, pobre último defensa, convertido en un penoso sandwich entre pelota y delantero. Para cuando se quiere dar cuenta, el holandés ya está enfocando a Given, y el intento de lanzarse al suelo para al menos forzar el penalti es inútil. Nuevamente, Bergkamp no controla, posiblemente porque no tiene tiempo, probablemente porque no le hace falta. Cuando la lógica de sus movimientos da a entender que chutará a la derecha de Given, lanza un estético golpe con el interior del pie que manda el balón al palo largo. Fin de la historia.

En sala de prensa, Arsène Wenger dirá que es un gol increíble, una bendición para la gente que va al campo; Sir Bobby Robson sacará a Dabizas de la ecuación: “No se puede culpar a nadie por eso, hay que aceptar simplemente que Bergkamp ha hecho una cosa preciosa”. Efectivamente, ni más ni menos que el mejor gol de la historia, que hoy cumple 11 años. Felicidades. Y qué pena que Google te recuerde por tu aerofobia…

Por Dani Rodríguez

Periodista de formación profesionalmente exiliado a países más cálidos. Buscando sitios donde jugar. Decidí empezar por el patio de ésta, mi casa, que también es vuestra.

1 comentario

  1. Nunca olvidaré ese momento que vi aquel Gol , fue realmente un sueño y que a la vez me confirmaba hasta ahora que Bergkamp es sin temor a equivocarme uno de los 5 mejores futbolistas de todos los tiempos.

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