La década de la sonrisa

Claro, Messi. Guardiola, obvio. Pero también, y quizá sobre todo, Ronnie…

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En julio de 2003 aterrizó en Barcelona una sonrisa. La llevaba puesta a todas horas un chaval de pelo rizoso y poca pinta de futbolista: Ronaldinho. Venía de París, como todos los grandes regalos de la vida. Y era un segundo plato, porque el primero, David Beckham, había preferido Madrid. El Barça tenía la reciente costumbre de abrazarse a atacantes brasileños (Romario primero, Ronaldo después, finalmente Rivaldo), pero lo de Ronnie fue especial. El club lo agarró como un koala a un árbol, huérfano como estaba de buenas noticias. La ciudad también: desde Cobi no se sabía lo que era un icono. Un puñado de años después las páginas de gloria escritas por Ronaldinho han quedado parcialmente eclipsadas por la apisonadora de los tripletes. Y, sin embargo, cuesta pensar en las carcajadas de hoy sin la chispa de la sonrisa que prendió el Gaucho.

Ronnie abrió su cuenta goleadora como azulgrana en aquel encuentro raro contra el Sevilla, el partido del gazpacho, con un chute estratosférico, lejano, incomprensible, tras conducir 30 o 40 metros un balón servido directamente por Víctor Valdés. Era la una de la madrugada. Eran tiempos extraños. Se amontonaban en la conciencia del club cuatro años seguidos sin un triste título que echarse a la boca, la dura herencia de Joan Gaspart, el presidente que afirmaba no cambiar a Overmars, Riquelme, Luis Enrique, Kluivert, Saviola y Giovanni por Figo, Zidane, Raul, Ronaldo, Morientes y Guti. Literal.

Aunque la sonrisa de Ronaldinho era buen presagio, únicamente un loco hubiera apostado un solo euro a que 12 años después el Barça tendría cuatro Champions más. No, Ronaldinho no daba para tanto; pero sí fue la incubadora necesaria para dar a luz a la generación más determinante de la historia del club, con Leo Messi a la cabeza. El argentino, y otros como Busquets, Piqué, Pedro o el Iniesta titular, no han conocido Barça malo. Han jugado al calor de la sonrisa.

Messi apareció como aquellos canteranos del PC Fútbol, que al subir al primer equipo ya tenían 85 o más de media. Debutó en 2004, y desde entonces el club suma siete Ligas y cuatro Champions. Si borrásemos los felices años 90, la era Messi dejaría absolutamente en evidencia a las seis décadas de historia liguera culé. Habrá quien diga que todo viene del modelo de fútbol, y no les falta razón: no hay otra manera diferente a esa capaz de explicar el 0-4 del sábado. Solo dentro de un modelo en el que el todo prima sobre las piezas puede explicarse que no hiciese falta recurrir precisamente a Messi; que Sergi Roberto haya transmutado en cuestión de meses en un jugador con una pinta inmejorable; que el equipo mantuviese la portería a cero, y con escasas llegadas, pese a cerrar con Alves y Mathieu, sin noticias de un Piqué entregado a redondear la goleada.

El 0-4 del sábado es otra muesca más en el cinturón de un equipo decidido a ignorar cada vez más al club al que pertenece, y sus líos de comisiones a terceros, sanciones FIFA y otros embrollos. Un equipo sin el aura de apisonadora que desprendía el de Guardiola, pero con la capacidad para afirmarse en el primer partido clave de la temporada. Golear en el Bernabéu, puede sonar a tontería, significa además dejar noqueado al principal rival en todas las competiciones. Un Madrid en constante fuga hacia delante, empeñado en no pararse y tumbarse en el diván, construido en torno a nada. Florentino entrega, Florentino quita, y nadie es capaz de dejar su huella porque todo lo borra el culto a la inmediatez y a los focos. Desgastado Cristiano y desenmascarado Bale, los galones ni los quiere Benzema ni los reclama nadie. Modric no puede con todo y Kroos apenas puede con nadie. Keylor ha sido la estrella en el arranque de año, y el mejor jugador de los blancos el sábado fue Munir, que rompió la tradición del extra cerrando las goleadas: Iván Iglesias en el 5-0 del 94, Piqué en el 2-6 de 2009 y Jeffren en el 5-0 del año siguiente.

Todo empezó con Cruyff en el banquillo, pero tardó poco en torcerse. La sonrisa de Ronnie encendió una década prodigiosa. Que dure.

Por Dani Rodríguez

Periodista de formación profesionalmente exiliado a países más cálidos. Buscando sitios donde jugar. Decidí empezar por el patio de ésta, mi casa, que también es vuestra.

2 comentarios

  1. Jugadores en el momento justo y el sitio adecuado pero tambien entrenadores que han querido y les han dejado crear un forma de jugar y ganar heredando y mejorando las bases creadas por los holandeses de los 90. Si se intenta hacer, no sale. A veces la gente de por aqui somos asi…

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