Sheb Wooley fue un actor y cantante norteamericano. Participó en una cincuentena de películas y series (capítulo de Se ha escrito un crimen incluido) a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, pero su época de mayor actividad fue durante los años 50. Y concretamente en 1951 le llegó el éxito de una forma más bien curiosa. Ese año se rodó el western Tambores lejanos, protagonizado por Gary Cooper. El bueno de Wooley logró un pequeño papel como soldado; tan pequeño que ni aparece en los créditos. El caso es que en una de las escenas del film, un soldado (otro, no el interpretado por Wooley) es tristemente devorado por unos cocodrilos… y grita. El sonido de ese grito no lo puso el actor en cuestión, sino que fue grabado a posteriori, durante la posproducción de la película, y se cree con casi total seguridad que fue Wooley quien interpretó la agonía del soldado. Hasta aquí, nada raro. Pero un par de años más tarde, ese mismo efecto de sonido se usó en el film La carga de los jinetes indios, nuevamente un western. En esta ocasión, el personaje que gritaba también era un soldado, llamado Wilhelm. Su motivo: un indio acababa de clavarle una flecha. La cosa no quedó ahí, ya que el efecto fue reciclado aún más veces, en varias películas de los 50 y los 60; pero lo mejor estaba por llegar…
En 1977 entra en acción Ben Burtt, a la sazón técnico de sonido de sagas como La guerra de las galaxias o Indiana Jones. Burtt encontró el susodicho efecto entre los archivos de la Warner y lo bautizó como Grito Wilhelm, curiosamente no en honor a su creador sino en referencia al personaje de La carga de los jinetes indios. Tanto le gustó el peculiar sonido que, poco a poco, lo fue convirtiendo en un habitual, y con el tiempo en una broma interna en el mundillo, que ha acabado con la voz de Wooley en más de 200 películas. Ojo al repaso de algunas de ellas porque hay escenas inverosímiles…
Burtt usó el Grito Wilhelm en cada una de las seis entregas de Star Wars, aunque por ejemplo en la primera de ellas no se pudo oír ni en España (el doblaje lo tapó) ni en Alemania (la escena fue cortada). Entre otras cosas, Burtt también se sacó de la chistera las voces y ruidos de los androides y el sonido de los míticos sables láser, el de estos últimos gracias a una mezcla entre el ruido de su televisor desintonizado y el de un antiguo proyector de 35mm. Ah, y la voz de Chewbacca, que no es otra cosa que el quejido de una morsa de un Marineland de California…